Hace unos días murió Stanley Miller, químico y biólogo que se hizo famoso por continuar la senda iniciada por Oparin en la teorización del origen de la vida, realizando un experimento en laboratorio que trataba de reproducir el entorno ambiental de hace más de 4000 millones de años.
He hecho una búsqueda en Internet para localizar su obituario. Los resultados son deprimentes. Sólo en El Correo Digital aparece la crónica de su fallecimiento. Ni en EL PAÍS, ni en EL MUNDO. Nos dejó recientemente una estilista excéntrica inglesa, un anciano rey de Tamoa y un predicador extremista norteamericano. Todos ellos han tenido su necrológica de gloria en la prensa, pero no así uno de los científicos más importantes del siglo XX en el ámbito de la bioquímica.
Miller realizó junto al profesor Harold Urey en 1953 un experimento en el que trató de reproducir las condiciones que sufrió el caldo primigenio teorizado por Alexandr Oparin. El insigne biólogo ruso, de amplios conocimientos en astronomía, geología, química y biología, propuso la Teoría del Caldo primigenio como posible origen de la vida.
Hace más de 4000 millones de años una tierra en un complejo entorno vulcanológico de erupciones constantes mantenía una atmósfera fuertemente reductora con gases como metano, hidrógeno o amoniaco. La ingente cantidad de vapor de agua generada por las erupciones, la interacción eléctrica de relámpagos, la radiación ultravioleta y las altas temperaturas facilitaron la profusión de reacciones químicas que terminarían fraguando en la constitución de aminoácidos cuyo paso a proteína pudo ser factible.
Miller y Urey trataron de reproducir en laboratorio la propuesta de Oparin, buscando la conversión de materia inorgánica en orgánica en esas condicones. Sin profundizar demasiado, Miller calentó agua e introdujo los gases necesarios para aportar carbono y el resto de componentes del entorno prebiótico de la Tierra. Simuló rayos con electrodos y esperó. Pasada una semana, Miller y Urey comprobaron que una quinta parte del carbono que estaba presente en el metano se había empleado para formar compuestos orgánicos. En concreto, un 2% de ese carbono había formado aminoácidos: el análisis cromatográfico del agua de la mezcla mostraba una intensa mancha de glicina; también se detectaron algunos otros aminoácidos.
El trabajo de Miller fue publicado en Sciencie el 15 de mayo de 1953, apenas unas semanas después de que Watson y Crick anunciasen su modelo del ADN en forma de doble hélice, pero ésa es otra historia.